Recuerdo que cuando era pequeño (de esto hace ya unos años) frecuentemente me preguntaba cuál era el límite exacto de la ciudad dónde vivía. Era importante saberlo para mí porque, si continuaba expendiéndose, posiblemente acabaría uniéndose a pueblos limítrofes y al final dichos pueblos perderían su identidad al fundirse en una sola población con la ciudad. Para mi mente infantil era agobiante el hecho de no saber cuando pararían de crecer las cosas.
Planeta Ciudad de la saga Star Wars
¿es este el futuro de la Tierra?
No sé sí alguna vez os habéis parado a reflexionar esta misma idea, es decir ¿realmente por qué es necesario que las poblaciones, ciudades y pueblos crezcan? y, lo más crucial ¿hasta dónde vamos a seguir creciendo?
La respuesta a esta última pregunta nadie la conoce, algunos dicen que hasta desarrollemos otros sistemas económicos alternativos, otros que hasta que haya un colapso total de los recursos y la población disminuya drásticamente Desde luego no deja de ser curioso el ir en un barco cuyo capitán no tiene ni idea de hacia donde se dirige, éste solo sabe que cada vez tiene que ir más deprisa porque si no se hundirá.
En el vídeo que se presenta a continuación Carlos Taibo (escritor, y profesor titular en la Universidad Autónoma de Madrid), se exponen otras parábolas parecidas que ejemplifican lo absurdo del sistema basado en el crecimiento (para mi la mejor es la del mexicano), así como otras observaciones que comparan el sistema económico-social americano con el de otros de países menos desarrollados.
Charla de Carlos Taibo en Pamplona (2009)
Un resumen claro de estas reflexiones es que se nos han impuesto unas reglas económicas y sociales, que vistas desde otra óptica resultan absurdas. Se crean una serie de condicionantes en nuestras vidas (presión por el progreso y mejora constante de nuestro nivel de vida) que nos llevan a consumir más para satisfacer nuestras necesidades, cuando lo que deberíamos plantearnos es la verdadera naturaleza y sentido de dichas necesidades.
- El crecimiento
Es de opinión consensuada que el crecimiento por sí solo viene a ser como un "indicador de progreso". Así para evaluar la bienaventuranza de la mayoría de países actuales, en última instancia, no se necesita conocer la cantidad de niños que nacen, el nivel cultural medio que tiene su población, o el grado de felicidad de sus habitantes. De hecho, la principal medida para evaluar crecimiento, es decir el PIB (Producto Interior Bruto) contabiliza la producción de bienes y servicios en un país durante un determinado periodo de tiempo pero no refleja el agotamiento o la degradación de los recursos naturales y/o humanos utilizados para producirlos. Es una magnitud totalmente desentendida de factores tan importantes como las personas o el entrono que nos rodea. De este modo, se dan paradojas como que desastres naturales pueden aumentar de forma considerable el PIB de una región o país, al invertirse grandes ingentes de dinero en operaciones de limpieza, tareas administrativas, seguros, gastos legales, etc. Asimismo, no incluye los bienes y servicios fruto del trabajo informal, como el doméstico, por lo que fracasa a la hora de calcular el bienestar de los seres humanos. De esta forma los países pobres lo son por un crecimiento insuficiente y que los ricos deben mantenerlo para no caer en una situación de pobreza.
Hasta hace poco el crecimiento económico ha sido la excusa perfecto para los dirigentes políticos: podría haber paro, podría haber incrementos en los precios de las viviendas, podría haber inflación, pero de eso no debíamos de preocuparnos, ya que a fin de cuentas nuestro país estaba "creciendo". Pero ahora no lo hace, al menos como debería. A nivel internacional, nuestra burbuja económica explotó arrastrada por una economía global basada en el crecimiento, y ahora sufrimos una "bajada" de todo: de nuestros salarios, del número de trabajadores activos, de las prestaciones sociales, y otras muchas cosas más, y ahora estamos en un estado que podría denominarse de "no crecimiento"o de crecimiento limitado. Pero esto no debe de confundirse con el término "decrecimiento". Bajo este nombre se esconde toda una teoría que pasaré a describir más tarde, y que aboga por una filosofía totalmente distinta a que la se impone actualmente. Pero antes es preciso describir los orígenes y los defectos más evidentes de esta última.
Por favor !crezca con moderación!
(Fuente: www.eleconomista.es)
La raíz a esta carrera de locos por crecer de forma indefinida comenzó con la "Revolución Industrial" en los siglos XVIII y XIX. Al perfeccionarse los métodos de producción y conseguir una gran cantidad de bienes en poco tiempo, se estableció un estrecha relación entre la demanda de los mercados y la capacidad para abastecer a estos con un mayor número de productos. Es decir, cuanto más se producía más se compraba, y cuanto más se compraba más se demandaban estos productos teniendo como causa directa el aumento de los precios. Así se cerraba un círculo vicioso perfecto y en constante crecimiento. Desde entonces el crecimiento ha sido el objetivo de todas las políticas económicas, pasando por las
- Crecimiento y recursos naturales: un ejemplo recurrente pero cierto, el petróleo
Y es que el ir agotando progresivamente unos recursos de los que antes creíamos disponer de forma ilimitada pero que ahora sabemos que son finitos, nos ha llevado a una situación de camino sin salida. El hecho de que tengamos constancia de ello y sigamos actuando como si nunca se fuesen a acabar, para mí es lo que resulta más grave.
En ecología existe una magnitud denominada "capacidad de carga" que determina para una especie biológica en un ambiente determinado, el tamaño máximo de población que dicho ambiente puede soportar indefinidamente, teniendo en cuenta recursos necesarios para su supervivencia disponibles. Para el caso de la especie humana, por ambiente entendemos el planeta Tierra entero (pues hemos colonizado la mayor parte de su superficie). Sin embargo, debido a nuestra variable tecnológica cultural y los diferentes modelos de consumo y comercio, no se puede aplicar para los seres humanos un simple conteo de individuos vinculado a un territorio. La capacidad de carga humana tiene que ser interpretada como la tasa máxima de consumo de recursos y descarga de residuos que se puede sostener indefinidamente sin desequilibrar progresivamente la integridad funcional y la productividad de los ecosistemas principales, sin importar dónde se encuentren estos últimos.
Otro concepto interesante es el de "huella ecológica", un indicador del impacto ambiental generado por la demanda humana que se hace de los recursos existentes en los ecosistemas del planeta relacionándola con la capacidad ecológica de la Tierra de regenerar sus recursos. Representa la presión que ejercemos los seres Humanos sobre los ecosistemas de los que dependemos (áreas de aire o agua ecológicamente productivos necesarios para generar los recursos necesarios y además para asimilar los residuos producidos por cada población determinada de acuerdo a su modo de vida en específico, de forma indefinida). Así, el objetivo fundamental de calcular las huellas ecológicas consiste en evaluar el impacto sobre el planeta de un determinado modo o forma de vida y, compararlo con la capacidad del planeta.
Además de la escasez progresiva de los comentados recursos, un factor decisivo es el aumento exponencial que sufre la población humana global. Así según las estimaciones para el 2050 estaremos rondando los 10.000 millones de personas. Sin embargo la “población óptima” que
Evolución y previsiones de la población mundial y su crecimiento.
(Fuente: http://www.eumed.net)
Como se observa en la gráfica el crecimiento humano si que se reducirá progresivamente, y la causa será que los recursos necesarios para mantener a tan tremenda población cada vez serán más escasos.
Un ejemplo clásico de recurso natural en este contexto es el petróleo. Ni las previsiones mas halagüeñas pronostican que pase del 2030 cuando nuestras reservas sean un bien escaso y su precio en el mercado se dispare exponencialmente.
Evolución durante los siglos XX y XXI y predicción
del consumo (arriba) y producción (abajo) de petróleo.
del consumo (arriba) y producción (abajo) de petróleo.
Según las gráficas ya estamos en un punto claro de inflexión en el que la capacidad para abastecer la demanda, es decir la producción de barriles prácticamente, ya no es suficiente para abastecer el consumo a nivel mundial. Entonces, ¿por qué seguimos explotando las energías fósiles y no comenzamos una transición clara a otro tipo energético? La respuesta está clara, porque el sistema se retroalimenta de esta escasez: cuánto menos quede más se valorizará el producto, enriqueciendo a los países que lo controlan y crecen gracias a él. Esto recuerda a los cíclos viciosos con los que comenzaron los sistemas basados en el crecimiento hace 2 siglos. La conclusión: en todo este tiempo no hemos cambiado nada nuestro modelo económico.
- Crecimiento y bienestar social
El primer paso
hacia la reducción del impacto ecológico, es reconocer que la crisis
medioambiental no es tanto un problema medioambiental o técnico, como un
problema social y de conciencia. Por tanto, se puede resolver únicamente desde
la perspectiva de soluciones sociales y de comportamiento. En un planeta
finito, con esta capacidad de carga humana, una sociedad movida fundamentalmente
por el individualismo egoísta tiene el mismo potencial de sostenibilidad que un
batallón de escorpiones agitados en una botella. Los seres humanos son
organismos ciertamente competitivos, pero también son seres socialmente
cooperativos. Desde luego no es una ironía menor (aunque parezca que muchos
asesores políticos no se han dado cuenta de ello) que algunas de las sociedades
que han tenido mayor éxito económico y competitivo, han sido aquellas que mejor
han cooperado internamente, aquellas que poseían mayores reservas de capital
social y cultural.
- Teoría del decrecimiento
En los años 70, quizás motivado por la crisis del petróleo, surgió una alternativa a este sistema económico descrito (y de forma indirecta al sistema social), denominada decrecimiento. Supone una corriente de pensamiento en los ámbitos económico, social y político que aboga por la disminución y la regulación controlada de la producción económica de los países, con la meta de establecer una nueva relación de volver a conseguir el equilibrio que en épocas pasadas existió entre los seres humanos entre sí y con la naturaleza.
En palabras de Serge Latouche, economista e ideólogo francés: "La consigna del decrecimiento tiene como meta, sobre todo, insistir fuertemente en abandonar el objetivo del crecimiento por el crecimiento" (1). A continuación se ofrece, en 2 partes, una entrevista a este partidario del decrecimiento, en la que explica más detalladamente y de forma sencilla muchos aspectos de dicha corriente de pensamiento.
Entrevista a Serge Latourche - Parte 1
Entrevista a Serge Latourche - Parte 2
El decrecimiento supone una crítica radical al actual modelo productivista en un contexto de crisis ecológica global y que cuestiona las políticas vigentes y la gran mentira del crecimiento sin límites. Cuando alguna parte de un sistema crece tanto que destruye y mina los recursos de los cuales depende, pierde su capacidad de autosostenimiento y se colapsa. Las propuestas de decrecimiento están basadas en la preservación del medio ambiente y en la instauración de un mínimo de justicia social. Para ello se precisa un cambio radical del modelo económico actual, se requiere el paso a una economía que, en palabras de los teóricos del decrecimiento, seguiría siendo de mercado, pero controlada tanto por la política como por el consumidor. Lo que se propone que disminuya, en el momento actual, es el consumo de materia y energía, o sea, principalmente lo que se llama producto interior bruto. Un cambio radical en la forma de producir, de consumir y de vivir, una nueva forma de organizarnos social y económicamente. La filosofía alternativa que postula el decrecimiento viene a decir que el bien y la felicidad se pueden obtener con un coste económico-ecológico menor y con la contención de las necesidades, lo cual precisa de cambios profundos en la conciencia social y en el tejido cultural de nuestras sociedades. ¿Llegaremos a provocar el cambio antes de que sea demasiado tarde?
-Reducir la huella ecológica
-Reducción de los horarios de trabajo
-Acabar con la obsolescencia programada y el consumismo.
-Integrar en los costes de transporte los perjuicios
generados por esta actividad.
-Relocalizar las actividades.
-Restaurar la agricultura campesina y abandono de la productivista
-Transformar las ganancias de productividad en reducción del
tiempo laboral y creación de empleos mientras persista el desempleo
-Impulsar la producción de bienes relacionales o de
comunicación como la amistad o el conocimiento.
-Declarar una moratoria sobre la innovación tecnológica y
reorientar la investigación científica
- Crecimiento e innovación. Alternativa propuesta por el decrecimiento.
Es de sentido común el pensar que crecimiento económico significa para las empresas un potente motor para la creación de nuevas ideas, en otras palabras sirve de simiente para ser más innovadores, pues si en él estariamos en un sistema en el que volviéramos "hacia atrás" en vez de buscar nuevas alternativas innovadoras a lo que ya hay teóricamente no tendría sentido. Nada más lejos de la realidad. Es cierto que el una sociedad en crecimiento potencia nuevas ideas y la necesidad de nuevas alternativas, pero también pueden fomentarse estos procesos en una sociedad alternativa donde la fuerza impulsora sea precisamente la falta de presión por conseguir más de manera más rápida. Todo el mundo conoce empresas que fomentan la creatividad de sus empleado dejándoles tiempo y espacio para que su creatividad se fomente, y los resultados parecen ser positivos. Un ejemplo muy conocido es el de Google, como se describe en el siguiente vídeo.
La vida en google
El éxito de este tipo de empresas hace plantearse el esquema impuesto de producción por producción de la mayoría de empresas actuales, y deja la puerta abierta a nuevas formas creatividad e innovación fuera del yugo que pone el crecimiento.